Amélie
ríe en su rincón,
grandes gotas de invierno,
son compañeras de juego.
Saluda a los visitantes
de sonrisas blancas
y besos gélidos,
mortales.
Su vida,
fotografía sepia
en aquel mausoleo
donde los mueren anhelos.
Canta dulcemente,
melodías lacónicas
llevadas por el viento.
Temprano cortaron sus alas,
entre polvo y cenizas
juega la eternidad.
Nunca entendió la muerte,
en ese panteón,
Amélie
reina sin séquito.
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